¿Tu Organización tiene Alma? una reflexión con motivo de las utilidades en las empresas (PTU en México)

Posted by Jorge Daniel Romo on sábado, mayo 31, 2014 with No comments
Recientemente en un "destello de reflexión" me pregunté ¿las empresas tienen alma? En los procesos de capacitación y de coaching que he facilitado, he hablado de la "vitalidad", de la "energía", de la "madurez", de la "salud" de una organización; pero, honestamente, no me había detenido a pensar si las empresas tienen alma.

En Madrid, España; existe una firma consultora que, precisamente, se denomina "Empresas con alma". aquí su definición:

¿Qué es una “Empresa con Alma”?

Entendemos que una Empresa con Alma es aquella capaz de inspirar a sus trabajadores, clientes y proveedores a comprometerse con un proyecto común que les permite aportar lo mejor de su conocimiento y capacidades. Esto se convierte en una ventaja competitiva en un mercado cada vez más exigente, donde de todos es sabido que las personas comprometidas son la clave para incrementar la productividad y mejorar los resultados de las empresas.

¿Cómo definimos el “Alma” de una empresa?

Según la RAE (Real Academia Española, 23ª Edición)  dos de las definiciones del “alma” son:

  • Aquello que da espíritu, aliento y fuerza a algo
  • Viveza, espíritu, energía
Y esto, de una forma sencilla define lo que para nosotros es el ALMA de una empresa: su esencia, aquello que el da vida y la hace diferente de cualquier otra, siendo esta esencia el motor que provoca interés, generando energía y voluntad en las personas que participan de la empresa para así trabajar, seguir adelante, luchar y comprometerse con ella y sus objetivos.

En el libro "La Empresa Consciente", Fredy Kofman también menciona el concepto de empresas con alma:
EL ALMA DE LA EMPRESA
En Good Business, Mihaly Csikszentmihalyi sostiene que la característica que distingue a los líderes extraordinarios, y les permite construir organizaciones excelentes es el “alma”. Creo que vale la pena citar en su totalidad sus esclarecedoras palabras:
Tal vez la mejor manera de explicar qué connota la palabra “alma” es que, no importa cuán complejo sea un sistema, consideramos que carece de alma si destina toda su energía tan sólo a mantenerse vivo y en expansión. Le atribuimos un alma a aquellas entidades que dedican una porción de su energía no sólo en su propio beneficio, sino a establecer contacto con otros seres y a cuidar de ellos.
Desde esta perspectiva, un banquero “desalmado”, no atiende más que a sus propios objetivos; mientras que un cocker spaniel con alma es leal y desinteresado.
En consecuencia, inferimos la existencia del alma cuando un sistema utiliza una parte de su energía sobrante para ponerse en contacto con el exterior e invertirla en otro sistema. En ese proceso, se vuelve parte de un ente más grande. En los seres humanos, las formas más notorias en que el alma se manifiesta son la curiosidad, la empatía, la generosidad, la responsabilidad y la caridad. El ejemplo más familiar del alma en acción lo dan las personas que no sólo prestan atención a sus intereses egoístas, o incluso a los objetivos materiales en general, sino también a las necesidades de otros o a las fuerzas cósmicas que supuestamente rigen el universo [...].
La búsqueda de una vida que tenga “relevancia o significado” más allá de la propia existencia material, es la tarea primordial del alma. Es precisamente esta necesidad la que sienten las personas conscientes de su propia finitud, lo que las motiva a formar parte de algo más grande y permanente. Si un líder presenta un argumento convincente acerca de que trabajar para la compañía es algo trascendente, que el trabajo permitirá que los trabajadores salgan del caparazón, es decir, de su cuerpo mortal, y se conecten con algo más importante, su visión generará energía y las personas se sentirán naturalmente impulsadas a formar parte de esa organización.

Ya he mencionado en este espacio la queja de muchos dueños y ejecutivos de distintas organizaciones acerca de la falta de lealtad y compromiso de los empleados en la actualidad. ¿No será acaso que esos mismos dueños y ejecutivos, han "matado" el alma de su organización y por consecuencia, sus colaboradores no encuentran un propósito más allá que el cumplir los objetivos de la organización; pero con los cuales no se identifican?

En México, el mes de Mayo es el límite para el reparto de utilidades del ejercicio fiscal del año anterior (conocido como PTU por "Participación del Trabajador en las Utilidades) el cual es un derecho de los trabajadores y una obligación de las empresas. La realidad es que la estrategia fiscal de la mayoría de las empresas es minimizar al máximo dicha utilidad a repartir (compartir) con los trabajadores. Es más, algunas empresas buscan "estrategicamente" lograr pérdidas fiscales; afectando con esto el PTU. La verdad es que, como un asesor financiero me lo dijo hace algunos años: "La fórmula para calcular las utilidades a repartir a los trabajadores está mal; si la empresa no tiene flujo, pero en los cálculos fiscales se obtiene utilidad, entonces a la empresa se le obliga a repartir a los trabajadores un dinero que no tiene y de paso, deberá pagar más impuestos en el siguiente ejercicio fiscal". No soy un experto en temas de impuestos, pero es evidente que los contadores y asesores fiscales de las empresas; buscan que la utilidad de las empresas, "en los números", sea cero.

¿Por qué ha salido este tema del PTU al reflexionar acerca del alma de las organizaciones? 
Cuando una organización se centra exclusivamente en crecer y ganar dinero (para los dueños y sus accionistas) y pierde de vista el propósito social de la misma; descuida, por consecuencia, el bienestar de sus trabajadores.
¿Cómo puede un trabajador comprometerse con una organización, que no demuestra su compromiso hacia él? ¿Cómo puede ser leal, si no percibe lealtad de la otra parte? De la CONGRUENCIA entre la realidad y las acciones que se ejecutan en las organizaciones depende en buena medida que los trabajadores se identifiquen de manera profunda con una organización. En México se tiene un dicho: "Empresa pobre, empresario rico". Esa frase la considero uno de los paradigmas de mayor peligro para la retención del talento y del desarrollo organizacional.

Existen numerosos ejemplos que contribuyen a que los trabajadores (por muy responsables, maduros y comprometidos que sean) perciban que sus contribuciones para que la organización sea exitosa, competitiva y rentable, no son reconocidas ni tomadas en cuenta. En México el PTU es uno de ellos. 
Si la organización realizó gastos e inversiones importantes para modernizarse y, por consecuencia, estar mejor preparada para el entorno competitivo del mercado en que participa; pero los trabajadores no perciben como significativa la inversión realizada en ellos; su entusiasmo y motivación para seguir contribuyendo se ve afectada considerablemente.
No se trata de "regalarle" dinero al trabajador; se trata de mantener la relación con un enfoque "ganar-ganar"; se trata de ser consistentes y congruentes con el enfoque de "en las buenas y en las malas". Se trata de que si la organización crece, su gente crezca; si la organización gana, su gente gane (normalmente cuando la organización pierde, las primeras acciones para enfrentar la pérdida tienen que ver con su gente).

¿Y el Alma de la Organización?
Es un hecho que la gente trabaja en una organización a cambio de un beneficio económico; pero eso es sólo la primer "capa de la cebolla"; al profundizar en la motivación de las personas, se sabe que el afrontar retos, aprender, esforzarse y lograr mejoras para su puesto, su departamento; pero sobre todo, para su organización en general; son motivo de orgullo y satisfacción para cualquier persona.

El reto de los empresarios y ejecutivos de las organizaciones del siglo 21, estriba en transmitirle y hacer sentir a su gente que su contribución para el crecimiento fue definitiva; y que; si no hay "flujo o utilidades a repartir", se aprecia, valora y agradece el ser parte del equipo.

El Alma de las organizaciones se fortalece con la comunicación, la sinceridad, la honestidad, la integridad; pero sobre todo, por el agradecimiento de los líderes hacia la fuerza y la inteligencia de su gente.

David Batstone en su Libro "Salvar el Alma de la Empresa, Principios para defender la integridad sin renunciar al éxito", menciona:
La fidelidad de los empleados se multiplica por seis si confían en que su compañía actúa íntegramente, según Walker Information, una empresa especializada en evaluar la satisfacción y la lealtad de los trabajadores en sus puestos. Pero en el momento en el que comienzan a desconfiar de las decisiones de sus jefes y a sentir vergüenza por la actuación de su empresa, cuatro de cada cinco empleados dicen sentirse engañados en su trabajo y manifiestan su intención de abandonarlo tan pronto como les sea posible.
[…] Los empleados desmotivados no trabajan bien la desmoralización reduce la pasión y la creatividad que en otras circunstancias se pondrían al servicio de la misión de la empresa. Los empleados están esperando una nueva visión, un camino que salve el alma de la empresa. O quizá simplemente las suyas. 

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