domingo, mayo 06, 2018

Yo sí quiero un cambio en México: Menos corrupción y más congruencia

En esta temporada electoral, se ha hablado mucho de la corrupción y no es para menos; la corrupción es la segunda principal preocupación de México (la número uno es la inseguridad y la delincuencia). 

Para algunas personas, las acciones que generan la corrupción son parte de su día a día, incluso la consideran "normal"; es una forma de lidiar y lograr avanzar en el cumplimiento de sus objetivos y metas económicas, personales y profesionales.

Si bien, la corrupción es un "problema de muchos", no hay duda de que México se encuentra en niveles sumamente costosos y dolorosos para la sociedad.

La corrupción cuesta, afecta de manera directa e indirecta el bienestar social, ya que promueve la impunidad y el abuso de poder.
En México la sociedad está enferma de este cáncer llamado corrupción; lo más doloroso es que aquellos que dicen estar dispuestos a luchar en contra de ella, terminan siendo quienes históricamente son los más corruptos.

Incluso las "iniciativas" para enfrentar a la corrupción, terminan siendo una evidencia de la poca disposición de las autoridades para atacar y disminuir este terrible flagelo social.

La corrupción no puede ser enfrentada por aquellos que la causan. Es tiempo de un cambio en México; pero ese cambio debe tener como fundamento la Congruencia.

Entre los políticos aspirantes a un cargo público, no hay muchos que sean congruentes con sus discursos, sus hechos son muestra de que, una cosa es lo que dicen, y otra muy diferente lo que hacen.

Un buen ejemplo de congruencia, es el aspirante a senador por el estado de Jalisco, Pedro Kumamoto. Comparto uno de sus videos como apoyo a su candidatura y como exigencia de que mantenga la congruencia que, hasta ahora, lo distingue del resto de los políticos en México.


Por el bien de México se requiere que, quienes alcancen la posición a la que aspiran, logren la congruencia entre sus alegorías y sus acciones de gobierno. El futuro del país así lo requiere, la sociedad así lo demanda.

Fuente: 

Anatomía de la Corrupción 2a. edición, corregida y aumentada

martes, mayo 01, 2018

Día del trabajo ¿y la productividad?

El primero de mayo se conmemora en México el día del trabajo. Es una celebración paradójica en muchos sentidos. Su antecedente histórico ha perdido significado para las generaciones actuales. Los "defensores" de los derechos laborales carecen de integridad y congruencia.

En esta segunda década del siglo 21 el trabajo se redefine ante las expectativas de bienestar que exigen las nuevas generaciones. En un país como México el trabajo se considera "algo tan malo, que hasta te pagan por hacerlo".

Tal vez lo más crítico sea la falta de enfoque en la productividad.

En México, para las instituciones, y también para muchos empresarios, ejecutivos, jefes y líderes de todo tipo de organizaciones; la productividad es "Hacer más con los mismos recursos". Esta definición tiene varias implicaciones negativas:

  • Se considera a la gente como un recurso, al cual hay que usar, aprovechar, explotar al máximo.
  • Se limita o restringe la renovación de equipo, maquinaria y herramientas de trabajo.
  • El esfuerzo, incluso el desgaste es considerado positivo (en muchas organizaciones, en especial en puestos administrativos se considera un "valor" el que sigan en la organización después de las horas definidas para su jornada laboral).
  • Si trabajas más (hacer más), no necesariamente ganarás más (mismos recursos).
Esta visión miope de la productividad, limita y desmotiva a los miembros de las organizaciones, en especial a los más jóvenes. Esa puede ser la causa de que en México se trabajen muchas horas y el valor generado sea bajo, por no decir mediocre.


La OCDE define a la productividad de manera diferente:
"La productividad consiste en “trabajar de forma más inteligente”, no en “trabajar más intensamente”: refleja la capacidad de producir más mejorando la organización de los factores de producción gracias a nuevas ideas, innovaciones tecnológicas y nuevos modelos de negocio".
 El siglo 21 plantea nuevos retos, la misma OCDE reflexiona al respecto:
"Innovaciones tales como la máquina de vapor, la electricidad, y la digitalización han propiciado cambios radicales en la producción de bienes y servicios, incrementando además los niveles de vida, el bienestar y el tiempo de ocio. Por estos motivos, las diferencias de renta per cápita entre países reflejan principalmente déficits de productividad. Sin embargo, en la última década el aumento de la productividad se ha desacelerado en la mayoría de los países".

En México se requiere un cambio de paradigma respecto al trabajo y la productividad, el futuro depende de ello.