Leer en libros de papel es más "humano" que en libros electrónicos


Hace 31 años que se inició la, ahora ya, tradicional Feria Internacional del Libro (FIL) Guadalajara; en esos años la exposición de libros y asistentes han ido en aumento. 


La impresionante cantidad de libros impresos que se exponen en esta Feria Internacional me hace reflexionar en el impacto ecológico que puede implicar la impresión de tal número de ejemplares, y, al mismo tiempo, preguntarme acerca del por qué los libros electrónicos no han tenido más aceptación para estas alturas del siglo 21 .

Si bien en Estados Unidos se ha disminuido la venta de libros impresos y las ventas de libros electrónicos va en aumento:
Las ventas de libros electrónicos en EEUU está a punto de sobrepasar las de Libros impresos.
La realidad es que la preferencia por leer en libros impresos es más "humana". Según estadísticas, más de la mitad de los lectores prefiere leer libros impresos por su facilidad para compartir con otros la lectura, ya sea leyéndole al otro o prestando el libro. Incluso, el regalar un libro de papel, tiene mayor significado y trascendencia emocional que hacerlo con un libro electrónico.


Leer en libros electrónicos solo es preferible cuando no se desea que los demás vean qué es lo que se está leyendo, o por parte de quienes gustan de leer al viajar y no tener que cargar con voluminosos ejemplares.

La reconocida revista Scientifican American publicó un artículo que pretende explicar esta paradoja: en la época de la hiperconectividad, cuando cada vez tenemos más equipos que nos permiten leer y contamos con acceso a bibliotecas enteras en formato electrónico, muchos siguen prefiriendo el papel. El libro tradicional, la revista, el diario, siguen siendo favoritos. 

Muchos trabajos hablan de que en pantalla se lee más lentamente y, además, se recuerda menos. Hay “fisicabilidad” en la lectura, dice Maryanne Wolf de la Universidad de Tufts. 
Las personas necesitan sentir el papel al leer, el cerebro lo pide inconscientemente.

Encuestas e informes sobre los consumidores sugieren que los aspectos sensoriales de la lectura en papel importan a la gente más de lo que cabría suponer: la sensación de papel y tinta; la opción de suavizar o doblar una página con los dedos, el sonido distintivo de pasar una página, la posibilidad de subrayar, de detenerse y tomar nota, hacen que se elija más el papel. Para compensar este déficit sensorial, muchos diseñadores digitales tratan de hacer que la experiencia de los lectores electrónicos –en inglés, e-reader– esté tan cerca de la lectura en formato de papel como sea posible.

La composición de la tinta electrónica se asemeja a la química típica de la tinta, y el diseño sencillo de la pantalla del Kindle (una marca de libro electrónico) se parece mucho a una página en un libro de papel. Sin embargo, estos esfuerzos –que fueron replicados por su competidora Apple iBooks– hasta ahora tienen más efectos estéticos que prácticos.

Muchas personas aseguran que cuando realmente quieren centrarse en un texto, lo leen en papel. Por ejemplo, en una encuesta realizada en 2011 entre estudiantes de posgrado en la Universidad Nacional de Taiwan, la mayoría aseguró que navegaba algunos párrafos de un artículo en línea antes de imprimir todo el texto para una lectura más a fondo. Y en una encuesta realizada en 2003 en la Universidad Nacional Autónoma de México, cerca del 80 por ciento de los 687 estudiantes dijo preferir leer el texto impreso.

“La sensación implícita de dónde usted está en un libro físico se vuelve más importante de lo que creíamos”, dice el artículo de la Scientifican American . También pone en cuestión que los fabricantes de libros electrónicos hayan pensado lo suficiente sobre cómo es posible visualizar dónde está el lector en un libro.

En un trabajo sobre comprensión de texto, al comparar alumnos que leyeron en papel con otros que leyeron un texto en versión PDF en la pantalla, se concluyó que los primeros tuvieron mejor rendimiento.

Otros investigadores están de acuerdo con que la lectura basada en pantallas puede empeorar la comprensión, ya que es mentalmente más exigente e incluso físicamente más cansadora que la lectura en papel. La tinta electrónica refleja la luz ambiental al igual que la tinta de un libro de papel, pero las pantallas de ordenadores, teléfonos inteligentes y tabletas hacen brillar la luz directamente en los rostros de las personas y la lectura puede causar fatiga visual, dolores de cabeza y visión borrosa. En un experimento realizado por Erik Wästlund, de la Universidad de Karlstad en Suecia, las personas que tomaron una prueba de lectura comprensiva en un equipo electrónico obtuvieron calificaciones más bajas e informaron mayores niveles de estrés y cansancio que las personas que completaron en papel.

Las investigaciones más recientes sugieren que la sustitución del papel por pantallas a una edad temprana tiene desventajas. En 2012, un estudio en el Joan Ganz Cooney Center en la ciudad de Nueva York reclutó 32 parejas de padres e hijos de 3 a 6 años de edad. Los niños recordaron más detalles de las historias que leyeron en el papel pese a que las digitales estaban complementadas con animaciones interactivas, videos y juegos, que en realidad desviaban la atención lejos de la narrativa.

Como resultado de un trabajo que involucró el seguimiento de una encuesta de 1.226 padres se informó que, al leer juntos, la mayoría de ellos y sus niños prefirieron libros impresos sobre los libros electrónicos. Al leer los libros de papel a sus niños de 3 a 5 años de edad, los niños podían relatar la historia de nuevo a sus padres, pero al leer un libro electrónico con efectos de sonido, los padres con frecuencia tuvieron que interrumpir su lectura para pedir al niño que dejara de jugar con los botones y recuperara la concentración en la narración. Tales distracciones finalmente impidieron comprender incluso la esencia de las historias.

Posiblemente en el futuro el organismo de los nuevos nativos digitales (generación Z y posteriores) genere otras redes neuronales que les permitan preferir lo electrónico al papel; pero mientras tanto, actualmente, el resto de la población sigue prefiriendo el contacto con las históricas hojas de papel.

Por ello a las Ferias Internacionales del libro, como la FIL Guadalajara, aún les quedan algunos años por delante.