Felicidades y Próspero 2016
Con los mejores deseos para ti y tus seres queridos, cerramos este 2015.
Que el próximo año 2016 sea de logros, satisfacciones y felicidad para ti y los tuyos.
Sinceramente,
Jorge Daniel Romo
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ContáctanosEstar en equilibrio no es ser mediocre o “tibio”; por el contrario: significa alcanzar el máximo potencial sin caer en los excesos que provocan la apatía o la pasión desmedida.
VisítanosLograr el equilibrio entre Pensar y Ejecutar, conlleva a beneficios por demás sobresalientes y que, sin lugar a dudas, se convierte en la fórmula para transitar el camino hacia la excelencia personal, profesional y organizacional:
· Permite la planeación objetiva y práctica.
· Evita el exceso de planes y la falta de acciones.
· Los planes se ejecutan, se miden y se establecen correcciones para la mejora.
· Los indicadores son guías para la acción.
· Se evita el perfeccionismo; pero se atienden los detalles, aspectos que son la esencia de la calidad.
· Se encuentra el equilibrio entre el “Micro y el Macro Management”; es decir: “Se atienden los árboles, sin perder de vista el bosque”.
· Comprensión de la importancia de la capacitación, en todas sus variantes, para desarrollar nuevas habilidades y ser más competente y productivo.
· Se logra la “Productividad Personal”, al manejar las actividades de manera efectiva, estableciendo prioridades y aplicando el principio de Covey: “Primero lo Primero”.
· La prevención y la preparación para hacer frente a las contingencias, disminuyen el estrés generado por los imprevistos.
· Se evita-disminuye-elimina el síndrome del “bombero” o “apaga fuegos”, en el que se vive de urgencia en urgencia.
· Permite el aprendizaje organizacional: se comparten las experiencias positivas y negativas, identificando los aspectos críticos que influyeron en el resultado.
· Se documentan los procedimientos con el fin de facilitar el aprendizaje de los nuevos elementos de la organización; así como fuentes o referencias para asegurar la repetición y consistencia de las actividades.
Hablaba poco. Sonreía lo necesario, casi forzando el gesto. Evitaba las reuniones sociales. Y se pasaba mucho, mucho tiempo solo. Algunos de los rasgos de Andreas Lubitz, el piloto que habría estrellado el avión en los Alpes franceses y cuya personalidad se asegura estaba quebrada por el llamado síndrome de burnout, sirvieron para encender una alarma en el universo de psicólogos y psiquiatras y reavivar una vieja pregunta para la cual no existe una sola respuesta: ¿es posible detectar a tiempo un caso de este tipo? ¿Se puede advertir la depresión o el estrés en personas que incluso tratan de ocultarlo?
“Por lo general el trastorno es consecuencia de un estrés laboral crónico -apunta la psiquiatra Rosa Magallón-, y se caracteriza por un estado de agotamiento emocional, una actitud cínica o distante frente al trabajo y una sensación de ineficacia y despersonalización ante nuestras propias tareas”.
Aunque se viene hablando de este síndrome desde hace más de 20 años y se lo asocia siempre al mundo de los trabajadores de la salud, se trata de un campo de investigación reciente y aún más amplio. Y las consecuencias del burnout se resumen en un malestar generalizado de la persona, expresado en el cambio de hábitos alimenticios, de descanso y de actividades recreativas. Muchas personas abandonan incluso sus rutinas físicas, ya que el malestar laboral se traslada a otros ámbitos de la vida personal. Entre los síntomas más comunes de quienes sufren este estrés laboral aparecen cansancio o agotamiento emocional, despersonalización y un abandono paulatino de la realización personal. Esto se manifiesta en una pérdida de ideales y, fundamentalmente, un creciente apartamiento de actividades familiares, sociales y recreativas, creando una especie de autorreclusión y aislamiento.
“No es difícil detectarlo pero tampoco es algo tan sencillo”, se apunta. Según Magallón, incluso, “pese a estas manifestaciones psicosomáticas tan evidentes, el problema más acuciante se centra actualmente en la falta de autodiagnóstico y en la prevención de este tipo de patologías, lo cual supone un riesgo tanto para la salud del profesional como para la del paciente o, incluso, la de sus compañeros”.
Un trabajador presenta el síndrome de burnout entre tres a cinco meses después de permanecer bajo estrés laboral diario, explicó Anabel Camacho Ávila, maestra en Psicología y consultora de empresas.
"Como respuesta al estrés crónico, en periodos menores a tres meses es difícil que aparezca: en realidad las personas apenas están percibiendo la condición estresante", detalló.
La especialista enfatiza sobre que este síndrome, no aparece de la nada: lo hace en ciertas condiciones que ofrecen las empresas.
"Por la falta de recursos materiales para realizar su trabajo; la escases de apoyo de los jefes o lo compañeros; estrategias de liderazgo demasiado autoritarias, no tener control sobre el trabajo, es decir, a qué hora lo hago, cómo lo hago; la supervisión controlante, que los jefes sobre todo en las empresas manufactureras estén todo el tiempo sobre los trabajadores, genera una condición de desgaste", subrayó Camacho Ávila.
Cada empleado u obrero es distinto y el tiempo de aparición del síndrome dependerá de las particularidades de cada uno.
"El síndrome está ligado a la salud mental de los trabajadores: si hay un trabajador que tiene estrategias de afrontamiento al estrés más adecuadas, posiblemente tarde más en aparecer, pero aparecerá", dijo.
Los empleados que tengan algún hábito como el tabaquismo o alcoholismo, retardan un poco más la manifestación del síndrome de burnout. En cualquiera de los dos casos, su aparición es probable de darse las condiciones en el ambiente laboral.
Expertos coinciden en que los desencadenantes de este síndrome son: cargas excesivas de trabajo en un tiempo insuficiente para realizarlo, falta de respaldo por parte de los superiores, inexistencia de retroalimentación positiva, percepción de inequidad, incompatibilidad de los valores personales con los de la empresa, falta de autonomía, entre otros.
En este contexto, en una investigación realizada a una muestra de 11 530 profesionales de la salud residentes en España y América Latina, se pudo constatar que la prevalencia de Burnout en este tipo de profesionales fue: 14,9 % en España, 14,4 % en Argentina, 7,9 % en Uruguay, 4,2 % en México, 4 % en Ecuador, 4,3 % en Perú, 5,9 % en Colombia, 4,5 % en Guatemala y 2,5 % en El Salvador.28Por otro lado, respecto a la prevalencia existente en docentes latinoamericanos, se aprecian diversas investigaciones tendientes a determinarla, pudiéndose indicar que para el caso de México alcanzaría al 35,5 % (en una muestra de 698 docentes de 51 escuelas),29 para Chile un 27,4 % y con proclividad un 47,2 % (en una muestra de 479 profesores de educación pre-escolar, básica o primaria y media o secundaria)30 y para Perú un 40 % (en una muestra de 616 docentes de educación primaria y secundaria).31
En la actualidad, se estima que este mal afecta a más del 40% de los trabajadores mexicanos. Al respecto, Erika Villavicencio Ayub, docente de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que las empresas mexicanas no se esfuerzan por reducir estas cifras, e incluso en ocasiones sólo empeoran esta realidad.Villavicencio explica que este síndrome puede llegar a ocasionar: fatiga crónica, dolores de cabeza, insomnio, pérdida de peso, desórdenes gastrointestinales, hipertensión, crisis asmática, resfriados frecuentes, aparición de alergias, irritabilidad, ansiedad, depresión, frustración, pesimismo, hostilidad, sarcasmo, ausentismo laboral, agresividad, entre otros.
El perfil “frenético” viene caracterizado por la inversión de una gran cantidad de tiempo en el trabajo y es propio de personas muy implicadas, ambiciosas, y sobrecargadas, que sacrifican la salud y la vida personal por atender las demandas del trabajo.
El perfil “sin desafíos” está determinado por el tipo de ocupación, y presente en personas indiferentes y aburridas que no se desarrollan personalmente en el trabajo.
El perfil ”desgastado”, por último, viene influido por la rigidez de la estructura organizativa dentro de la cual trabaja, se caracteriza por la sensación de falta de control sobre los resultados, falta de reconocimiento de los propios esfuerzos y el abandono de las responsabilidades.
Este estudio sobre el burnout, basado en una muestra de cerca de 500 profesionales de distintos centros de salud, servirá a partir de ahora como un referente a la hora de tratar el trastorno, dado que, según sus hacedores, si bien se lo encuadra en el universo de los trabajadores de salud o en quienes realizan tareas muy estresantes “se trata en realidad de una patología que puede afectar a cualquier trabajador”.
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